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Mostrando entradas de febrero, 2021

El viaje de invierno, Georges Perec

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Las contradicciones escandalosas que la crítica y la historia literaria jamás habían podido descifrar encontraban una sola explicación lógica, y es evidente, pensando en Hugo Vernier y en quienes debían a su libro El viaje de invierno, que Rimbaud escribió «Yo soy otro» y Lautreamont «La poesía debe ser hecha por todos y no por uno».

Tentativa de agotar un lugar parisino, Georges Perec

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Mi objetivo en las páginas que siguen ha sido más bien describir el resto: lo que generalmente no se anota, lo que no se nota, lo que no tiene importancia: lo que pasa cuando no pasa nada, salvo tiempo, gente, autos y nubes. ... Una mujer lleva una baguette en la mano Un 70 pasa ... Un chico desliza un modelo de coche a escala sobre el vidrio del café (ruidito) ...  Un 96 pasa, se detiene delante de la parada de autobuses (sección Saint-Sulpice): de él baja Geneviève Serreau que toma la rue des Canettes; la llamo golpeando en el vidrio y viene a decirme buen día. ...  (tengo frío; pido un aguardiente)

Manifiesto por la lectura, Irene Vallejo

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Las historias despiertan emociones, nos implicamos en ellas como si nos sucedieran a nosotros. Literalmente. Las técnicas de neuroimagen han mostrado que, cuando leemos o seguimos una película, se activan las mismas zonas del cerebro que al estar inmersos en una situación similar de la vida real. Los relatos bien contados invaden lo más íntimo, liberan sentimientos callados, nos rozan el corazón. Así lo experimentó la periodista y escritora Laure Adler cuando sus esperanzas se resquebrajaron tras la muerte de su hijo. En los atroces primeros meses creyó que nunca podría reponerse, pero el azar colocó en sus manos una novela de Marguerite Duras, encontrada por casualidad en una casa alquilada para el verano. Entre sus páginas, escribiría después, volvió a entrever un mañana: La lectura de esa novela suspendió el tiempo, me llevó a otro lugar. Sé que el libro, al trocar mi tiempo por el suyo, el caos de mi vida por el orden del relato, me ayudó a recuperar ...  En los anaquel

Abades, Pierre Michon

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La gloria, que es el don de propagar el fuego en la memoria de los hombres, y la carne, que tiene el don de consumir a voluntad el cuerpo en una llama aguda, un rayo. Y esta gran mujer que está de pie frente a él, que ya se aleja sobre sus pies de mármol, es la vertical sin freno del relámpago.  ...  Dice que la primera sangre que se derrama consagra una tierra. ...  Es Pierre quien arroja el diente al agua. No ve dónde cae, encuentra el verso que mucho más tarde será el último de su Crónica: cuan mudables y próximas a lo incierto son todas las cosas.

Rimbaud el hijo, Pierre Michon

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Cierto es que no necesitaba para nada a Rimbaud; tenía ya edad suficiente para liquidarse a sí mismo y gran empeño en hacerlo; pero Rimbaud fue el pretexto soñado, la piedra en la que tropieza un destino. Y, más que ninguna otra cosa en el mundo, a Verlaine le gustaba tropezar. ... Si en ese preciso instante, a la sombra de los avellanos, nos fuera dado ver aquella mano como la vio Verlaine, y, algo más arriba, superponiéndose gradualmente a las frondas, aquella cara de pocos amigos, aquel pelo revuelto, si la boca dijese mierda, si, más probablemente, dijese: lee, tendiéndonos un poema con cara pordiosera, enfurruñada, soberana, si leyéramos mientras nos mira, sólo sabríamos lo que es lícito saber en esta tierra, lo que sabe la hormiga que, indiferente a las líneas, sigue su camino presuroso por mi página, muda como el jardín. 

Antón Chéjov, Natalia Ginzburg

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En junio de ese año murió su hermano Nikolai. Estaba alcoholizado y padecía tuberculosis. Contrajo el tifus, y Chéjov se lo llevó a Luka, en el campo, donde había alquilado una casa de veraneo, y allí trató de curarlo. Fue también Alexandr. El escritor se tomó unos días de descanso, viajó a Poltava, a casa de sus amigos Smagin. Nikolai murió en su ausencia. Siempre había dado preocupaciones por su vida desordenada y errante, pero era de carácter dulce y amable. La familia lo amaba tiernamente y no encontró consuelo tras su pérdida. ... En otoño, de vuelta en Moscú, escribió un nuevo drama, El espíritu de los bosques. Hubo quien quiso ver en el viejo profesor Serebriakov una caricatura de Suvorin. Chéjov le suplicó a Suvorin que no diera crédito a esas patrañas. Otras voces malevolentes decían que Chéjov se había vendido a Suvorin, que muy pronto se casaría con la hija de éste. En realidad, la hija de Suvorin era apenas una niña. El espíritu de los bosques se representó en M

Orfebre, Leopoldo María Panero

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FLORES Sólo hay dos flores: la amapola y la rosa. La rosa, la rosa, la rosa que soy yo pues soy un hombre nacido de rosa en esta tierra que no es mía. ...  VARIACIONES GOLDBERG No hay nadie en la casa del lago y una vieja orina donde muere el sol patos gritan escenificando mi caída y un cadáver que quizá sea el de nadie flota escenificando mi caída cerca del lago donde muere el sol.

Cosmética del enemigo, Amélie Nothomb

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—Yo creo en el enemigo. Las pruebas de la existencia de Dios son frágiles y bizantinas, las pruebas de su poder todavía son más inconsistentes. Las pruebas de la existencia del enemigo interior son enormes y las de su poder son abrumadoras. Creo en el enemigo porque todos los días y todas las noches se cruza en mi camino. El enemigo es aquel que, desde el interior, destruye lo que merece la pena. Es el que te muestra la decrepitud contenida en cada realidad. Es aquel que saca a la luz tu bajeza y la de tus amigos. Es aquel que, en un día perfecto, encontrará una excelente razón para que te tortures. Es aquel que te hará sentir asco de ti mismo. Es aquel que, cuando entreveas el rostro celestial de una desconocida, te revelará la muerte contenida en tanta belleza.  ...  —Es el más hermoso de París. Está mucho más desierto que el Père-Lachaise. Hay una tumba que me conmueve especialmente. Ya no recuerdo de quién es. En la lápida se ve la estatua de una joven desplomada con el

Canción, Eduardo Halfon

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De pronto, con el libro aún elevado, y sin llegar a abrir los ojos, el señor se inclinó hacia delante y colocó sus labios sobre el vidrio. Como besando el vidrio. O como besándonos a todos los pecadores adentro del bar. ... Opción D: los dos hombres no tenían filosofía ni proyecto alguno y bebían ron con la liviandad de dos hombres ciegos parados al borde de un abismo. ... Se abrió la puerta del bar y me decepcionó ver entrar a un anciano moreno y chaparro. Llevaba puesto un largo abrigo de poliéster azul, sucio y rasgado, un sombrero de petate y unas sandalias de cuero y caucho. Caminaba lento, con la ayuda de un bastón, o con la ayuda de lo que al principio yo había creído un bastón pero que en realidad era un bulto de ramitas secas amarradas con una cinta de zapato. El anciano barría el suelo un poco, luego se acercaba a uno de los clientes del bar con la mano extendida y le balbuceaba unas cuantas palabras musitadas e ininteligibles, luego barría otro poco. Todos lo ign

Amar a Lawrence, Catherine Millet

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Asimismo, Constance y Mellors, el guardabosques, que se ha reunido con ella en medio de la tormenta, hacen el amor después de su loca carrera. Pero entre las dos historias el escritor ha liberado a la heroína al mismo tiempo que su propio vocabulario: es la mujer, Constance, la que toma la iniciativa de desvestirse, mientras que el hombre, Mellors, no la sigue hasta después de haberla contemplado con un poco de ironía; no tiene nada que demostrar y desde luego no se expresa por medio de signos; dice: «Tienes un culo tan bonito […]. Un trasero que podría sostener el mundo.» ... La muerte golpea a quien no sabe deshacerse de sus lazos, la inmensidad se cierra sobre aquellos que están encadenados a su medio social, a su terruño, a sus principios, a sus sentimientos. Tom Brangwen es engullido al mismo tiempo que sus tierras, desgarradas por la revolución industrial; Gerald Crich, prisionero de sus sentimientos y sometido al juego de Gudrun, deja que la noche y la nieve lo duerm

Alumbramiento, Andrés Neuman

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Él es inteligente, seguro de sí mismo y un ágil bailarín. También monta a caballo. Domina la gramática latina. Cocina para las mujeres. Luego se las almuerza. Yo diría que Gabriela es su plato predilecto. ... Resultó casi justo descubrir el valor de una mano, el inmenso poder de un pequeño ademán, el tesoro que encierra un puño solitario. Y es mayor su destreza, porque no caben las dudas. No hay objetos candentes que cambiarse de mano, no existe la avaricia de frotarse las palmas ni es posible rezar para reclamarle a un dios la magia que uno mismo no ha sabido hacer. Incluso la caricia se vuelve más intensa, mejor administrada. ... QUENEAU ASALTABA ANCIANAS 5   -¡Alto ahí, señora! ¡Esto es una donación! ¡Se me queda quietecita recibiendo o le disparo! Sin dejar de apuntar a la señora, el encapuchado deja caer unas monedas en la temblorosa mano derecha de la susodicha, siempre teniendo en cuenta que escribir susodicha es de pésimo estilo. Después se da a la fuga imp

Literatura, Daniel Remón

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Digamos que me he pasado media vida resolviendo problemas inventados de personajes inventados. Un enchufe roto, no obstante, un grifo que pierde agua, son demasiado para mí. Me viene grande la vida, a mí. Por eso me metí a escritor. «Prolongación irresponsable de la infancia», así llama Marcos Giralt Torrente a este trabajo en su libro Tiempo de vida. Pienso primero en el libro y después en la canción Beso en la boca, de Axé Bahia, una canción que rezaré para que no llegues a escuchar jamás. Dice así: Beso en la boca es algo del pasado. La moda ahora es enamorar de lado. ... Cuando se acabe el cuento, me arrastraré junto a ella al estilo de los gusanos. Esto que tenemos no sé cómo se llama ni cuánto más durará. Pero sé cuánto cuesta. Sé que pesa y que no quiero, esta vez sí que no quiero que se me caiga de las manos. ... El día que muere su madre un niño pierde dos cosas: pierde la fe y pierde a su madre, es decir, lo pierde todo. Está condenado, desde ese preciso instante,

El nadador en el mar secreto, William Kotzwinkle

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Su vida, en cambio, era una sucesión de prendas lanzadas en cualquier dirección, zapatos que bailoteaban en los lugares más insospechables, nada nunca en un lugar previsible. ... Laski recordó una vez, mucho tiempo atrás: estaban pescando en Canadá él y su padre, navegando con un bote motorizado por un río amplio y serpenteante a lo largo de una mañana soleada. De pronto, a Laski le había dado la sensación de ser el río y los árboles y el sol y el viento. ... Como nunca habían visto esa clase de criaturas extrañas por ahí —salvo por el viejo Coleman Johns, el inventor loco que se había construido una máquina automática para ordeñar y había prometido que llegaría a la luna con un imán en los pantalones—, los del pueblo dejaron a los Laski en paz. ... —¿Y usted? —preguntó Laski. —Niño —dijo el montañero. Tenía la voz llena de viento y piedra y una alegría salvaje. ... y Laski se sintió como si él fuera el cuervo y el perro y el cielo, como si fuera transparente y el día lo es

El libro de los filósofos muertos, Simon Critchley

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Por otro lado, Sócrates siempre insiste en que él no sabe nada. Por tanto: ¿cómo es posible que el hombre más sabio del mundo no sepa nada? Esta aparente paradoja se esfuma cuando aprendemos a distinguir entre sabiduría y conocimiento, y nos convertimos en amantes de la sabiduría, es decir, en filósofos. ...  Marco Aurelio fue emperador romano desde el año 161 hasta su muerte en Vindobona (hoy Viena) en el año 180. Escribió sus Meditaciones durante las campañas militares de los últimos diez años de su vida. De hecho, Marco Aurelio ve la vida como contienda, «una breve estancia en una tierra extraña; y tras el prestigio, el olvido». ...  Existe una anécdota posiblemente apócrifa en el Lexicón de Suda que cuenta que cuando uno de los alumnos se enamoró de ella, Hipatia le enseñó algunos paños empapados de sangre menstrual y dijo: «Esto es lo que amas, joven, pero no ames la belleza por la belleza». ...  De hecho, Diógenes Laercio, autor de la muy influyente obra Vidas, opinio

La ternera, Aurora Freijo Corbeira

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Suele tener la boca callada, pero no por serenidad, como pudiera parecer, sino por imposibilidad, por indefensión, y por soberbia doliente. En ella sobre todo hay silencio de efigie, porque sus cinco años de marcada delgadez son sin embargo ya toda una vida. Sus huesos largos y sus ojos verdes confunden: hay un océano negro en sus cinco años. Su madre la llama tiernamente gacela, pero ella tiene sobre todo la mudez de los terneros. No sueña sueños de cinco años; los suyos son sueños de azulejos blancos de carnicería, de risas masculinas y de banquetas de tres patas. ...  YA NO HAY LUGAR Dónde estar si no hay lugar para ella. Los lugares se han desplazado y ella, obediente, intenta ocuparlos. Se sienta donde debe, escucha lo que dicen, estudia lo debido. Se baña, come, se viste, pero no está. Ya no ha lugar. Solo un eco interior que rebota en sus órganos para recordarle que es una presa, una carne de presa, una presa de caza. Bastó un gesto, un dedo, para enajenarla, para qu