Abades, Pierre Michon


La gloria, que es el don de propagar el fuego en la memoria de los hombres, y la carne, que tiene el don de consumir a voluntad el cuerpo en una llama aguda, un rayo. Y esta gran mujer que está de pie frente a él, que ya se aleja sobre sus pies de mármol, es la vertical sin freno del relámpago. 
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Dice que la primera sangre que se derrama consagra una tierra.
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Es Pierre quien arroja el diente al agua. No ve dónde cae, encuentra el verso que mucho más tarde será el último de su Crónica: cuan mudables y próximas a lo incierto son todas las cosas.


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