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Mostrando entradas de febrero, 2023

Un país bañado en sangre, Paul Auster y Spencer Ostrander

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  ◆ 3 Tal como Winkler observa en su libro, de 1877 a 1886 hubo un total de quince homicidios en Dodge City (1,5 al año); en 1881, el año más violento de Tombstone del que se tenga registro, murieron cinco personas (tres de ellas en la escaramuza del O.K. Corral); y en el año más violento de Deadwood fueron cuatro en total. La razón de esas cifras, sorprendentemente bajas, era el cumplimiento de las regulaciones sobre el control de armas. Los hombres podían llevar armas en el campo, pero una vez que entraban en la ciudad estaban obligados a despojarse de ellas hasta el momento de su marcha. En los alrededores de Wichita había carteles clavados que ordenaban a la gente: DEJE SUS REVÓLVERES EN LA COMISARÍA DE POLICÍA Y COJA SU RESGUARDO. En la infame Dodge City, el letrero decía así: PORTAR ARMAS DE FUEGO QUEDA ESTRICTAMENTE PROHIBIDO. ... No todos los motivos de la Enmienda eran rebatibles (sin duda, la plaga del alcoholismo destrozaba muchas vidas y causaba la ruina a muchas familias),

Caminos de intemperie, Ramón Andrés

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  Vistos los tiempos, espero que me disculpen las horas leídas. ... No hay que olvidar que las lenguas antiguas ya nos dijeron lo importante. ... Lo sabio, entrada ya la edad, es vivir sin el rencor del que va a ser expulsado. Debemos conformarnos con la certidumbre de que vamos a una región más inocente que el mundo. ... Mi rechazo a las grandes causas tal vez lo heredé de algún pariente que no llegué a conocer. Cierta sangre debe haber en mis venas que me ha llevado a abominar las ideas mesiánicas y a sólo fijarme en la gente que pasa por la calle; a detenerme en una figura solitaria en bicicleta y aceitosa como su cadena. Porque aquí, en este país, al que se le dan bien las trincheras, todos estaban y aún están con las manos sucias y pringosas de empuñar el odio. ... No es por su ancianidad. Los padres se van gastados por las lluvias. ... ¿Estado civil?: Náufrago. ... Un buen libro es un armisticio. ... El individualismo es una forma de sequía. ... La lentitud es subversiva, y la es

Facendera, Óscar García Sierra

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  ◆ 1. Botes de ladrillos vacíos La mayoría de las casas del pueblo tenían más carteles de «Se vende» que ventanas. La mayoría de las ventanas estaban medio rotas y los números de teléfono de la mayoría de los carteles de «Se vende» ya se estaban borrando. Todo el pueblo estaba sumido en un silencio artificial como el de un bar nada más abrir, un silencio que solo se rompía cuando alguien bajaba alguna persiana, como si el dueño de la casa en cuestión estuviese intentando que anocheciese por la fuerza. ◆ 2. Tres serpientes peleando De su padre heredó el camión y de su madre el dolor de barriga. Sus abuelos también eran camioneros y a sus abuelas también les dolía la barriga. En teoría, ella tendría que haber heredado solamente el dolor de barriga, pero su hermano era discapacitado y no pudo sacarse el carnet de conducir, así que fue ella quien tuvo que heredar el dolor de barriga y el camión. ... De vez en cuando me ponía una mano en la rodilla o en el hombro, pero sin llegar a hacer f

Peregrinos de la belleza, Viajeros por Italia y Grecia, María Belmonte

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  PRESENTACIÓN: EL MUNDO MEDITERRÁNEO COMO DISTINO VITAL Italia se convirtió en lugar de culto y peregrinación de los nórdicos gracias a libros como Viaje a Italia de Goethe. Esta obra fue una de las primeras en expresar las transformaciones que iban a sufrir los habitantes de las tierras del norte al contacto con las esencias mediterráneas. Si bien hasta llegar a Roma Goethe iba en busca de la cultura y el arte clásicos, a partir de Nápoles, su diario de viaje permite observar un sutil cambio, pues desde entonces se puede ver al erudito viajero disfrutar del aspecto sensual, espontáneo, físico y hasta peligroso del sur. Bastantes años después, Edward Morgan Forster expresaría delicadamente esta transformación en la protagonista de su novela Una habitación con vistas durante su estancia en Florencia: «El sortilegio de Italia estaba haciendo efecto sobre ella y, en lugar de adquirir conocimientos, empezó a sentirse feliz». ... Otro hito importante en mi carrera como mediterranófila fue

Primera sangre, Amélie Nothomb

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  ▪ —¿Quién es Léontine? —Es la cocinera. La acusaron de haber envenenado a su marido. El juicio se celebró en el tribunal de Arlon, hace dos años. Todo el mundo habló de ello. Las pruebas contra Léontine eran abrumadoras. Tu abuelo la defendió. Acabó su alegato con un argumento rotundo: «Señores del jurado, creo tanto en esta mujer que, si la declaran inocente, juro que la contrataré como cocinera de mi familia.» Se la llevó. Aquel juicio tan admirable no le reportó dinero alguno. Y aquí nos tienes, con una cocinera que, desgraciadamente, no tiene muchos alimentos que preparar. ... ▪ Para mí, el momento más grandioso del año era el tren Bruselas-Habay del primer día de las vacaciones de verano. Siempre llevaba conmigo el regalo de la abuela que, con los años, se convirtió en mi libro preferido. A base de leerlo, localicé, dentro de un largo poema titulado «El barco ebrio», una sucesión de versos que me retorcieron el alma: Si yo ansio algún agua de Europa es la del charco negro y frío

Anoxia, Miguel Ángel Hernández

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  I La imagen última ◆ 3 Todos los años, la misma situación. Las amigas que venían y después desaparecían. Las que al verano siguiente regresaban y contaban con que ella estuviese allí de nuevo, como si formara parte del paisaje, un elemento más de decoración, junto a los barcos, las tumbonas o los chiringuitos. Perenne, como la taberna que regentaban sus padres, que también se llenaba por esas fechas. ◆ 7 La distancia es siempre la posibilidad de no llegar a tiempo. III Los inquietos ◆ 6 Allí acabó la privacidad. Y, en cierto modo, también la vida con Luis. Antes incluso de su muerte. Eso lo ha pensado muchas veces: en aquellos años comenzaron a separarse. Esos fueron los años vacíos. Así los denominó ella, que aún no sabía que eran también los últimos años. Los años en los que fue una madre para su padre y una madre para su hijo, pero no una esposa para su marido.

Un hijo cualquiera, Eduardo Halfon

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  ◆ Leer calladito No se sabe con exactitud cuándo el ser humano empezó a leer internamente, para sí mismo. Pero hay una escena importante en la literatura que da testimonio de ese acto —quizás por primera vez, según algunos académicos—, cuando san Agustín, en sus Confesiones, describe los hábitos de lectura de Ambrosio, el obispo de Milán. Era el año 383. Agustín recién había llegado a Milán y quería tener una conversación filosófica con Ambrosio, pero siempre lo encontraba leyendo en silencio, profundamente concentrado: «Cuando leía, sus ojos se desplazaban sobre las páginas y su corazón buscaba el sentido, pero su voz y su lengua no se movían». Y ahí, en un oscuro ático de Milán, posiblemente nació el primer lector contemporáneo, ensimismado, silente. ◆ Beni El entrenamiento de los soldados kaibiles es ya una mezcla de leyenda y espanto.  Transcurre durante sesenta días en un caserío de la selva tropical de Petén llamado El Infierno (un rótulo en la entrada advierte a los jóvenes so

Mis viajes con Epicuro, Daniel Klein

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  ◆ 1. El viejo olivo griego Los epicúreos consideran los momentos compartidos en silencio como una señal de amistad verdadera. ... El nivel cultural o la posición social de las personas con las que conversaba le traían sin cuidado; de hecho el súmmum de la verdadera amistad era ser aceptado y amado por lo que eres y no por la posición que hayas logrado en la vida. ... Ahora que Tom y yo ya somos mayores y que lo aparentamos —ambos nos estamos quedando calvos y tenemos la barba canosa—, nos resulta más fácil conectar con la gente. Tardamos un poco en ver la causa y cuando la descubrimos nos reimos sin parar: las personas mayores somos inofensivas. No damos la impresión de llevar malas intenciones por la simple razón de que no parecemos capaces de infligir mal alguno, salvo el de ser unos pesados. Fue un amargo momento cuando descubrimos que ninguna de las mujeres con las que entablamos conversación sospechó ni por un instante que le estuviéramos tirando los tejos. Por más descorazonado