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Mostrando entradas de marzo, 2024

En agosto nos vemos, Gabriel García Márquez

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  comprobó que todo él estaba cubierto por un vello espeso y tierno como musgo en abril. ... Habían dado las dos cuando un trueno sacudió los estribos de la casa, y el viento forzó el pestillo de la ventana. Ella se apresuró a cerrarla, y en el mediodía instantáneo de otro relámpago vio la laguna encrespada, y a través de la lluvia vio la luna inmensa en el horizonte y las garzas azules aleteando sin aire en la borrasca. Él dormía. ... P.D: Siempre te querremos, desde aquélla primavera donde todo comenzó con un tomo de tus obras en un puesto callejero a 600 pesetas y que alguien no dudó en prestarme, bajo una amistad ya eternizada y olvidada, aunque finalmente hallé las pocas monedas en ello fondo de mi bolsillo. 

Los aerostatos, Amélie Nothomb

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▪ –Me gustaría que me lo contara. –Su padre era un pater familias autoritario, mezquino, orgulloso de sus pobres privilegios de padre. –¿Se portó especialmente mal con él? –No. Cuando odias a alguien, cualquier acto resulta insoportable. Con un rencor excepcional, Kafka menciona que en la mesa solo su padre tenía derecho a sorber el vinagre. A través de su pluma, esa vejación, en sí benigna, adquiere la categoría de crimen. ... ▪ –De acuerdo. ¿Vamos a mi cuarto? Al fin y al cabo es mi profesora. Enséñeme. –Soy profesora de Literatura. –Enséñeme literariamente. ... ▪ –Bruselas es una ciudad bonita –dije–. Curiosamente, tiene que hacer muy buen tiempo para que se note. –¿Por qué lo dice? –Porque casi todas las casas dan a ambos lados. Cuando hace sol, la luz atraviesa las habitaciones. Entonces, Bruselas parece construida con rayos. ... ▪ Dicho así, parecemos un pueblo de héroes, y sin embargo no lo somos. En realidad, somos unos brutos. Su condiscípulo, el que la insultó, se comportó co

Soy Milena de Praga, Monika Zgustová

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  I Nos sentamos un rato, repartimos las flores a desconocidos que no dejaban de maravillarse y salimos emocionadas del Arco, dejando atrás una ola de asombro y de murmullos sobre las estudiantes de Minerva: Chicas de Minerva, me ponéis de los nervios, decían los desconocidos mientras sorbían coñac, vino y café turco. ... —¿ Le apetece?—le dije, riendo para romper la tensión.—Sí, me apetece mucho—contestó en un susurro, como si estuviéramos los dos solos en la mesa—. En una cuchara—añadió. Llené una cucharada de chocolate, parecía que iba a desbordarse en cualquier momento, y la apoyé en la palma de la mano mientras la llevaba al otro lado de la mesa. El hombre acercó la cabeza y los labios. Se llevó firmemente la cuchara a la boca y dejó que yo sostuviera el otro extremo. Saboreó la condensada bebida como si fuera lo mejor que jamás hubiera probado, sin apartar de mí sus ojos oscuros que brillaban con unos reflejos dorados. Después de unos largos segundos—Kisch, mientras tanto, había

La muerte de una relación es en verdad la muerte de un lenguaje secreto, Manuel Vilas

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El Quijote de Wellesley, Javier Marías

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  Cervantes y el “Quijote” —Episodio de Andrés. En este episodio aparece por vez primera una cuestión interesante a lo largo de todo el libro, con dos vertientes: 1) el sentido de la justicia de Don Quijote; 2) el bien o el mal que hace, es decir, la consecución o fracaso de sus propósitos. Fijarse en que ésta es una de las muy escasas ocasiones en las que su ánimo de deshacer entuertos encuentra uno verdadero, real. El muchacho Andrés está atado a un árbol y su amo lo está azotando violentamente. Don Quijote interviene, toma por caballero a Juan Haldudo, lo conmina a que suelte a Andrés y le hace jurar que le dará lo que le debe de su paga. Don Quijote escucha las razones de Haldudo, pero dictamina en favor de Andrés (50, «Bien está todo eso», etc.). Así pues, hay dos momentos de Don Quijote en su sentido de la justicia: primero, ve a alguien «que no puede defenderse» maltratado por el labrador; opta, por tanto, por socorrer al primero. Sin embargo, el labrador, aunque asustado, expon