La conciencia contada por un sapiens a un neandertal, Juan José Millás Juan Luis Arsuaga

 




—La neocorteza, quédate solo con esto, es la parte más externa del cerebro de los mamíferos . En los seres humanos, procesa la información sensorial, controla los movimientos y lleva a cabo funciones cognitivas superiores como el lenguaje, la planificación y el pensamiento abstracto. 

—¿ Por qué se llama neocorteza?

—Porque su aparición es reciente. 

—¿ Cómo de reciente?

—Unos doscientos veinte millones de años, que es lo que tienen los mamíferos. Antes solo había corteza olfativa, llamada paleocorteza. 

—¿ Y debajo de esa nueva corteza qué hay? 

—Debajo de esa corteza está el cocodrilo. 

—¿El cerebro de reptil? 

—Llámalo como quieras. 

   Me impresionó la idea de que ocultáramos un reptil bajo esa formación tan elegante, la neocorteza, como si al quitarle la piel a un gato apareciera una rata.

   ...

   —Vale. Pero decías algo muy inquietante: que el cerebro está encerrado en una caja hermética ; el cráneo, que lo aísla absolutamente de la realidad. No oye nada, no huele nada, no toca nada y no saborea nada. ¿Cómo se entera entonces de las cosas?

—Toda la información exterior le llega a través de las terminaciones nerviosas que vienen de los órganos de los sentidos. A partir de esa información, el cerebro construye una réplica del mundo exterior , un modelo, una maqueta, una representación, en suma, con los objetos a escala y manteniendo las relaciones espaciales entre ellos.

   ...

...-Ahora supongamos que son las mujeres las que seleccionan a los hombres. 

—¿Crees que elegirían hombres pacíficos? —pregunté. 

—Cooperativos, hombres cooperativos. Esto produciría a largo plazo mejores hombres, porque escogerían a los que más colaborasen en el cuidado de las crías, serían hombres más tolerantes, menos agresivos. 

—Más tiernos también. 

—Sí, porque es lo que conviene para sacar adelante a unas crías de desarrollo lento, que necesitan muchos cuidados y que, si no se utilizan métodos anticonceptivos, vienen muy seguidas. 

—Bien, pero veníamos de los penes anchos y los glandes grandes… 

—Claro, es que el pene grueso y el glande enorme no son incompatibles con el carácter cooperativo. Así que, al tiempo de escoger al hombre más cooperador, se procuraba que produjera también más placer a la hora del coito. 

—De ahí —deduje yo— que la evolución no haya reducido el tamaño de ese trasto que es un incordio para correr y subirse a los árboles. 

—Ahí lo tienes. El pene ancho y el glande grande no son adaptativos; tampoco lo es la cola del pavo real, que estorba para todo, menos para ser seleccionado por la hembra. El pene ancho y el glande sobresaliente proporcionan más placer a la hembra. El orgasmo femenino es esencialmente humano, es una conquista de la mujer.

...

—Poco. Como te da placer ponerte a la sombra si te molesta el sol. Pero yo estoy hablando del orgasmo, del superorgasmo femenino, eso que los hombres no podemos ni imaginar. Si a mí se me apareciera el genio de la lámpara y me urgiera a pedirle un deseo, le pediría un orgasmo femenino. 

—¿No estás de acuerdo con el tuyo? 

—El orgasmo masculino es como el de cualquier mamífero, no tiene nada de especial, es el mismo que el de un burro o un perro: un calambre y ya está. El de la mujer no se parece a ninguno, a ninguno, es un tsunami fisiológico, nervioso, de una intensidad tal que los hombres no podemos ni imaginarlo. Y además pueden tener varios seguidos. Debe de ser la leche, la hostia. Es una bomba.

...

—¿Cómo definirías tú la inteligencia? 

—No sé, hay tantos tipos… 

—Pero una definición sencilla, que abarcara todos esos tipos, podría ser la de la capacidad para resolver problemas, ¿no? 

—Vale. 

—Los ordenadores la tienen, pero es una inteligencia especializada, no una inteligencia general, como la de los humanos. Al estudiar los diferentes tipos de animales, nos damos cuenta de que la inteligencia guarda relación con lo predecible o previsible que sea su medio. Si hablamos del medio ecológico, los animales que comen hierba viven en un medio muy previsible. 

—No hay mucho que escoger. Solo comen hierba —apunté. 

—Y la hierba es un recurso muy abundante, pero de poca calidad. Demasiada fibra. El resultado es que se pasan todo el día comiendo y su vida social es escasa. Sin embargo, cuando el recurso es muy calorífico, suele estar disperso y es difícil de encontrar, por lo que hay que moverse y aguzar el ingenio. Esto vale lo mismo para las especies que consumen frutos que para las carnívoras. No existe un recurso que sea muy energético y muy abundante a la vez. Hay que elegir entre lo abundante y barato o lo escaso y caro. ¿De acuerdo también en esto?

...

—Se llama disociación y tú eres muy dado a ella. Por cierto, al egoísmo genético lo podríamos llamar también nepotismo. Ya sabes, esa costumbre que practican los corruptos con su familia, incluso con los cuñados, que no pertenecen exactamente a la familia. Tus sobrinos sí, porque llevan tus genes. Y como tus cuñados y cuñadas crían a tus sobrinos, los soportamos. Nuestros genes se benefician. Y a los concuñados, ni agua, porque el auténtico cuñado insoportable es el concuñado. La explicación es genética. Tus sobrinos políticos no llevan tus genes. Pero sí llevan los genes de tu consorte, así que tendrás que aguantarte, porque con tu consorte tienes negocios genéticos. En resumen, todos juntos a la playa con las sillas, las sombrillas y las neveras.

...

—Permíteme todavía un desahogo personal que tiene que ver con mi filosofía de la vida: yo no creo en esa cosa que llaman amistad y que está tan valorada. Creo más en cuestiones de orden biológico. Mi mujer, por ejemplo, me gusta. ¿Soy un ser insociable, un asocial? No. Creo en la teoría de las caravanas de Ortega. Cada caravana se va internando en el desierto con una generación y desaparece en él. En esas caravanas van compañeros de viaje. Cuando haces un viaje, hay compañeros con los que te llevas mejor que con otros, tienes más complicidad, más afinidad, etcétera. A medida que se mueren, pierdes un compañero de viaje y lo lamentas, claro, a ver con quién vas a hablar ahora, con quién te vas a reír. Atiende, estamos en la fosa del Tiétar y ahí está el pico de La Mira, que es uno de los más altos de la sierra, fuera del Circo de Gredos.

...

Cuando Arsuaga abandonó la habitación de paredes de cristal, nos fuimos a comer a la parte alta de la casa, con vistas a la sierra, y mientras dábamos cuenta de las viandas que nos habían preparado, Ino y Gerardo continuaron ilustrándonos sobre el mundo de las abejas, sobre el modo en que alimentaban a las larvas, a la reina, sobre sus hábitos de limpieza. Pero, de entre todas las costumbres de las que nos informaron, hubo una, referida a los zánganos, que me sobrecogió: como es sabido, la función exclusiva de esta casta es la reproductora. Ellos copulan con la reina, siempre en pleno vuelo, bajo el sol ardiente y dorado del verano. Pero su aparato copulador está diseñado de tal forma que se queda atrapado dentro del cuerpo de la reina después de descargarle su esperma. Al separarse, se desprende de su abdomen y muere. Llegado el mes de septiembre, como esta función reproductora cesa hasta el verano próximo, los zánganos son expulsados de la colmena para que no hagan gasto. No se les permite entrar cuando regresan al hogar y se convierten en verdaderos parias. Los mismos, en fin, que podrían haber disfrutado del privilegio de follar con la reina en un vuelo nupcial de carácter lisérgico devienen en indigentes que no tienen donde caerse muertos y acaban sus días de cualquier manera, quizá en el estómago de un depredador, tal vez aplastados por la rueda de un automóvil, dibujando manchas oscuras insignificantes sobre el negro asfalto.

...

Entre tanto, el paleontólogo se detuvo en una esquina especialmente solitaria de aquel retículo callejero y me preguntó si había leído los Cuentos de así fue, de Rudyard Kipling; los Just So Stories. 

—No lo recuerdo —respondí. 

—Deberías leerlo —dijo—, llegas tarde para tus hijos, pero podría valerte para tus nietos. Son historias tipo: «Cómo consiguió el elefante su trompa», «cómo consiguió la ballena sus barbas», «cómo comenzó la escritura», etcétera. Son espléndidas, maravillosas. Todas deberían empezar con la frase: «Hijo mío, has de saber…». El hijo de Kipling, por cierto, era miope, y por eso no fue admitido en el Ejército británico ni en la Marina Real en la Primera Guerra Mundial. Así que se alistó en los Guardas Irlandeses y una bomba lo reventó en las trincheras de Pas-de-Calais. Kipling escribió entonces un poema, muy repetido después, que decía: «Si alguien pregunta por qué hemos muerto, decidles: Porque nuestros padres mintieron».

...

—Hablaré más despacio. Y bien, sabemos que las sensaciones residen en unas áreas de la corteza cerebral. Y volvemos con esto a la magdalena de Proust: hay una corteza olfativa, una gustativa, una táctil, una visual, una auditiva. La olfativa es la más antigua respecto de las otras. El cerebro procesa esa información. Ahora bien, todas las vías nerviosas de los sentidos, menos las del olfativo, pasan por una estructura que se llama tálamo. Esos nervios que llevan la vista, el oído, el gusto y el tacto al cerebro hacen trasbordo, antes de alcanzar su área específica, en el TÁLAMO, con mayúsculas. —Últimamente Arsuaga hablaba en mayúsculas—. En realidad, lo que llevan es información sensorial. Las imágenes y las sensaciones acústicas, de sabor y de tacto se forman en la corteza cerebral, ¿recuerdas?

[...]

—Eso ya me lo habías dicho. ¿Y el tálamo es cerebro? 

—Claro, pero no pertenece a la corteza, sino que está enclavado en las profundidades del cerebro. Es también una estructura par. Hay dos tálamos, como hay dos hipocampos y dos amígdalas. Menos las esponjas, los corales y algún otro grupo poco conocido, la mayoría de los animales somos bilaterales, casi todo está duplicado en nuestro cuerpo. ¿Me sigues?

...

—¿Y qué hace el hipocampo con toda esa información sensorial tan diversa?, porque lo cierto es que vemos al tiempo de oír y quizá de degustar unas lentejas con una cuchara cuyo tacto sentimos en los dedos. 

—Con toda esa información sensorial se construyen los recuerdos. 

—¿Y eso cómo se sabe? 

—Se sabe porque, si te extirpan los dos hipocampos, no puedes elaborar recuerdos.

...

—Para que te hagas una idea de la importancia del lóbulo frontal no tienes más que pensar en lo que les ocurre a los que les extirpan la porción anterior, que se llama corteza prefrontal y que participa en la planificación, la toma de decisiones, el control de las emociones, la resolución de problemas y demás tareas que tienen que ver con la iniciativa. El córtex prefrontal es el director de orquesta del cerebro y se puede asimilar a la personalidad. En algunos casos, el lobotomizado se queda en estado vegetativo. 

—A una hermana de Kennedy le practicaron una lobotomía y se quedó así. 

—Es un caso famoso. Y anota esto también, un pequeño detalle: a cada lado del hipocampo hay una estructura pequeñita, otra vieja amiga que has mencionado antes, la amígdala, la que identificabas con la zona de bares de la ciudad. Y aquí viene Proust, porque el nervio olfativo envía parte de la información a la amígdala, que es la que proporciona a los recuerdos un tono emocional. De ahí que los olores sean capaces de evocar o de reconstruir todo un escenario. Hueles algo e inmediatamente, asociado a ese olor, aparece un recuerdo. Pero para cerrar el círculo del todo vamos a ver qué más cosas tenemos en el hipocampo: células de concepto y células de lugar, gracias a las que reconocemos un sitio por el que hemos pasado.

...

[...]

-Me viene a la memoria un texto de Borges que habla de lo curioso que resulta que podamos hablar de los pájaros, así, en abstracto, cuando ni siquiera el cuervo de la mañana es el de la tarde, aunque sea el mismo. Decimos cuervo y ahí están todos los cuervos y en todas las posturas posibles.

...

—Sabemos que la amígdala guarda relación con las emociones, sobre todo con el miedo, que quizá sea la emoción más fuerte de todas, la que permite sobrevivir a los animales. 

—¿Y por qué lo sabemos? 

—Por lo de siempre: porque si te la extirpan, dejas de tener miedo. Un mono con la amígdala extirpada se tropieza con una serpiente y, en vez de huir, se pone a jugar con ella. 

—La idea de una persona sin miedo da miedo. Sería un tema excelente para una novela de Stephen King.

...

—Todo esto surge alrededor de la abadía de Saint-Denis, en las afueras de París, hacia el primer tercio del siglo XII. El superior de esa abadía, un tal Suger, introdujo en la basílica remodelaciones que tenían que ver con este afán por capturar la luz. Ahí aparecen los arcos apuntados, las bóvedas de crucería y los enormes vanos abiertos en el muro con sus vitrales. En el neoplatonismo, el concepto fundamental es el Uno, que se encuentra más allá de toda existencia material, pero que es, sin embargo, la fuente de toda existencia. Hacia ese Uno puede ascender el alma, que es una entidad espiritual. En el gótico se identifica el Uno, es decir, Dios, con la luz. De ahí la altura de la catedral gótica, de ahí esa aspiración a tocar el cielo. En la luz converge todo, se une todo. Esto no es ya el cristianismo de la tosca talla románica. Es otra cosa. Es otro dios, un dios que en cierto modo se desprende de una filosofía. Dios se manifiesta a través de la luz.

...

—¿Cómo va a formar parte de la conciencia mi sistema nervioso vegetativo? Estás hablando de algo mental, no físico. 

—Llámalo como quieras. No vamos a llegar a un acuerdo en eso. No importa. Tan amigos. Pero espera, no elijas todavía ninguno de esos dioses, porque ocurre una cosa. 

—¿Qué ocurre? —pregunté. 

—Que de repente aparece Baruch Spinoza en el panorama intelectual de Occidente y lo cambia todo, porque dice que Dios no es el relojero, no es el autor de la máquina. Dios es la máquina. Todo lo que ves es Dios, también tú y yo somos Dios. 

—Me asombra —dije— que esa idea proviniera de alguien que se dedicaba a la fabricación de lentes. Le da una dimensión simbólica tremenda, tremendamente dramática, quiero decir. 

—Puede ser. Spinoza era una gran persona, está en la línea de Epicuro: es la ciencia, pero con emoción, no la pura ciencia matemática. La idea de que Dios no es el inventor de la máquina sino la máquina me parece sensacional. La comunidad judía lo expulsó de la sinagoga, no se sabe muy bien por qué. No se entiende el odio de su propia comunidad hacia Spinoza. Lo que dice no parece tan grave para un judío. Llevó hasta el final una vida modesta, fabricando lentes.

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