Leer mata, Luna Miguel





◆ Mochi


▪ Pero es que James Joyce es eso: esfuerzo y neurosis. Lo ve en el capítulo que, según los críticos, está inspirado en las sirenas de Homero. Llegada a esas páginas, no hay otro modo de verlo. La verdadera pregunta que le suscita el libro no es otra que esta: ¿puede un hombre perdonar o, mejor dicho, convivir, con la infidelidad de su esposa? Las sirenas, camareras «de pecho robusto», son cotorras, cantos. Y esos cantos no distraen a su protagonista ni de su amor conyugal ni de su respeto a la nueva favorita. Lo que quiere decir Somática es que, del mismo modo en que Dedalus entiende que las infidelidades de su esposa no avergonzaron a William Shakespeare –al contrario de lo que sugieren los eruditos del capítulo nueve, que culpabilizan siempre a las féminas adúlteras de la historia–, es la atención y la generosidad hacia las intermitencias de deseo lo que nos hincha el pecho.



 

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