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Mostrando entradas de febrero, 2022

Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores, Federico García Lorca

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Acto Segundo AMA: Es la pura verdad, señora. Lo que pasó es que a Rosita le gustó el saltimbanqui, como me gustó a mí y como le gustaría a usted. Pero ella lo achaca todo al otro. A veces me gustaría tirarle un zapato a la cabeza. Porque de tanto mirar al cielo se le van a poner los ojos de vaca. ...  AMA: ¡Que venga en persona y se case." ¡«Poderes»! No lo he oído decir nunca. La cama y sus pinturas temblando de frío, y la camisa de novia en lo más oscuro del baúl. Señora, no deje usted que los «poderes» entren en esta casa. (Ríen todos.) ¡Señora, que yo no quiero «poderes»! ROSITA: Pero él vendrá pronto. ¡Esto es una prueba más de lo que me quiere! AMA: ¡Eso! ¡Que venga y que te coja del brazo y que menee el azúcar de tu café y lo pruebe a ver si quema. (Risas.) ...  Acto Tercero AMA: (Apareciendo.) Don Martín, que vaya usted al colegio, que los niños han roto con un clavo las cañerías y están todas las clases inundadas. MARTÍN: Vamos allá. Soñé con el Parnaso y teng

Introducción a la literatura inglesa, Jorge Luis Borges y María Esther Vázquez

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El teatro La trama exigía que el héroe adquiriera un veneno. El boticario se rehúsa a venderlo; Romeo le ofrece oro; el boticario dice: «Mi pobreza consiente, no mi voluntad». «No compro tu voluntad, sino tu pobreza», es la contestación. ...  El siglo XVIII Otro ilustre escritor del siglo XVIII fue el lexicógrafo, ensayista, crítico, moralista y a veces poeta SAMUEL JOHNSON (1709 - 1784). Creía que había llegado la hora de fijar esa lengua, purificándola de galicismos y manteniendo, en lo posible, su carácter teutónico. Alguien le dijo que el Diccionario de la Academia Francesa había exigido la labor de cuarenta académicos; Johnson, que despreciaba a los extranjeros, contestó: «Cuarenta franceses y un inglés; la proporción es justa». Ocho años le tomó esa tarea, que lo hizo famoso y le valió el apodo de Dictionary Johnson, doble referencia al tamaño del autor y del libro. ...  Alguien, en su presencia, opinó que la vida de un marinero es miserable. Johnson dijo: «La vida de

Formas breves, Ricardo Piglia

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Notas sobre Macedonio en un Diario Subrayado  14.VI.62 La edición de Una novela que comienza fue donada por alguien, quizá por Virasoro. Tiene una dedicatoria («A Benjamín Virasoro, porteño y metafísico, con total amistad», Macedonio Fernández) y en la última página estas notas escritas por Macedonio con su letra microscópica: «Son hombres pequeños (físicamente: frágiles) (tachado y escrito arriba: esmirriados), como por ejemplo Raskólnikov, que pesaba 58 kilos, o Kant (1,60) o ese jockey japonés que vi una tarde en unas cuadreras en Lobos, con un impulso particular nacido mitad del vulcanismo y mitad de la apatía. En el campo de las relaciones sociales son perfectamente carentes de interés. Por lo común son asaz tranquilos, elegantes y tranquilos, por cierto que no pueden llevar a término todo de una sola vez. Es necesario, dicen, saber ser lento, se debe saber callar. Valéry por ejemplo se mantuvo en silencio durante veinte años, Rilke no escribió ni un poema durante cato

El infinito en un junco, Irene Vallejo

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   Alejandro: el mundo nunca es suficiente Plutarco cuenta que Alejandro fundó setenta ciudades. Quería señalar su paso, como esos niños que pintan su nombre en las paredes o en las puertas de los baños públicos («Yo estuve aquí». «Yo vencí aquí»). El atlas es el extenso muro donde el conquistador inscribió una y otra vez su recuerdo. ...  Equilibrio al filo del abismo: la biblioteca y el museo de Alejandría Quizá por esa razón, los primeros en leer como tú, en silencio, en conversación muda con el escritor, llamaron poderosamente la atención. En el siglo IV, Agustín se quedó tan intrigado al ver leer de esta forma al obispo Ambrosio de Milán, que lo anotó en sus Confesiones. Era la primera vez que alguien hacía algo así delante de él. Es obvio que le pareció algo fuera de lo corriente. Al leer—nos cuenta con extrañeza—, sus ojos transitan por las páginas y su mente entiende lo que dicen, pero su lengua calla. Agustín se da cuenta de que ese lector no está a su lado a pesar

Estoico y frugal, Pedro Juan Gutiérrez

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Mirar a la gente, tomar algo en un bar y no hablar con nadie. Es lo que me gusta en ciudades desconocidas. Nadie me conoce, nadie a quien saludar, nadie a quien llamar. Vagar sin rumbo por la calle, con la sensación de ser libre, nada que hacer, nada que esperar. ...  Creo que es la esencia de toda mi vida. Siempre. No solo ahora. Estoy perdido y confundido en un laberinto y no entiendo lo que está pasando. Eso es lo peor: que no entiendo. Salir del laberinto. Ese es mi objetivo. La noche y el pánico. La noche y el miedo. ...  «Otra imbecilidad, Pedro Juan. Nadie tiene nada que hacer. Eso de los proyectos. Mierda pura. No hay que hacer nada. Somos unos animales pretenciosos. Yo soy una pretenciosa y una estúpida. No hay nada que aprender. Me deprimo todos los días por esta soledad de mierda.» ...  Me fui al cuarto a mirar mi paisaje preferido del parquecito interior a través de la ventana. Me encantaba aquella desolación. Aunque añadía más melancolía y nostalgia a mi espíri