La imagen de tu vida, Javier Gomá


Y si la esencia de una persona se revela por completo sólo tras su fallecimiento, entonces el auténtico conocimiento de ella, la aprehensión de su verdad, depende de la pervivencia de su recuerdo. La etimología de la verdad (aletheia) —que en griego antiguo significa no-olvido (a-lethos)— nos enseña que conocer a alguien consiste principalmente en recordarlo.
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Porque los padres no son simplemente personas amadas, son… el ÚLTIMO ANIMAL MITOLÓGICO. La infancia flota en una mitología. Al faltarle al niño experiencia, la fantasía de la imaginación, con su peculiar estructura narrativa, proyecta sobre la realidad sus figuras y relatos y sirve para una primera organización del mundo. El héroe que, en el mito popular, lucha a muerte contra el monstruo maligno, en la conciencia infantil lo personifica el padre. Más tarde, el niño se hace hombre, conoce las leyes de la realidad y abandona la explicación mítica del mundo, pero los padres se quedan ahí, materialmente junto al hijo, con su presencia potente y mágica, y la primitiva mitología sigue operante en el fondo de la conciencia.
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Que muera quien te dio vida, como a mí me ha ocurrido, abre los ojos al hecho de que no hay consuelo que dure mucho, que la herida del niño en realidad no curará, al contrario, que gangrenará algún día hasta corromper su cuerpecito y que incluso la madre que lo abraza también está tocada de muerte y morirá, como su hijo. Como todos los hijos y como todas las madres del mundo. ¿Lo comprendéis? Somos huérfanos condenados a producir huérfanos. La visión del ESPANTO. El tiempo no cura, sólo distrae.
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Nacemos subidos a un autobús que avanza a gran velocidad hacia el precipicio. Anticipando la caída en el abismo, las reacciones de los pasajeros son todas vanas. Ah. No sólo vanas, también previsibles y estereotipadas, como el pobre surtido de una máquina de café. Mientras el autobús se dirige hacia el vacío, uno elige el carpe diem, otro prefiere lamentarse; uno se rebela con histrionismo, otro se desespera o se resigna, un tercero trata de elevarse espiritualmente. Y poco más. Nada que inventar. Infeliz quien pretenda ser original en estos casos, pues lo único que consigue es la vulgaridad de imitar a alguien que fue original antes. Lo de siempre. La muerte, en el fondo, no es más que otra vulgaridad más, esta vez universal, que nos iguala a todos los seres vivos, incluidos los mosquitos.

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