El acontecimiento, Annie Ernaux


Escribí a P. para decirle que estaba embarazada y que no quería tener el niño. Nos habíamos separado sin saber si continuaríamos o no nuestra relación, y la idea de que la noticia fuera a turbar su despreocupación me complacía mucho, aunque no me hacía ninguna ilusión por el profundo alivio que le produciría mi decisión de abortar.
Una semana después, Kennedy moría asesinado en Dallas. Pero ese tipo de cosas ya no podía interesarme.
...
Todas las conversaciones me parecían pueriles o fútiles. La costumbre de algunas chicas de contar su vida cotidiana con todo lujo de detalles me resultaba insoportable. Una mañana se sentó a mi lado en la biblioteca una chica de Montpellier con quien había asistido a clases de filología. Me describió con todo lujo de detalles su nuevo apartamento de la Rue Saint-Maur, a su casera, la ropa blanca puesta a secar en la entrada, su trabajo de profesora particular en la Rue Beauvoisine, etcétera. Aquella minuciosa y alegre descripción de su universo me pareció exagerada y obscena. Si puedo recordar todas las cosas que aquella chica me contó aquel día con su acento del sur, probablemente se deba a su propia insignificancia, que para mí tenía entonces un significado terrorífico, el de mi exclusión del mundo normal.

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