El ruido de una época, Ariana Harwicz

 


LA ESCRITURA ADOCTRINADA

La descripción de la realidad misma, vivir, se ve como incitación al odio. El arte que no responde a las consignas ideológicas es judicializado y acusado de xenófobo, islamofóbico, transfóbico. Toda la larga semántica de la «fobia» está puesta al servicio de que se renuncie a pensar. Suponer que uno lee desde la identificación primaria es un error. Cuando uno lee no siente identificación por lo idéntico a uno. Para sentirme identificada yo no busco un personaje que sea una mujer blanca de cuarenta y tres años, con dos hijos, que viva en Europa y cuyos antepasados hayan estado en los pogromos de Europa del Este. Ese no es el modo en que uno lee. Si no, uno nunca podría identificarse con un personaje del siglo xv, con un alien o con un superhéroe, con Drácula, o con la invocación del superhombre de Nietzsche. Uno lee para olvidarse de sí, para borrarse, para des/ hacerse, para des/ identificarse, para romper con la mentira del Yo, para des/ individualizarse.
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La libertad te la hacen pagar, y cara. El mayor temor, desde hace mucho tiempo, es menos el de desaparecer que el de asumir cada uno su parte de libertad. Se necesita un enorme coraje para eso. La vida privada, que hoy se celebra, está privada de qué. La época nos pide que vivamos tranquilos una vida de renuncia.
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Esta época nos regala un nuevo modelo de artista consagrado y amado. Es el artista con muchos seguidores que llenan los estadios, le hacen batir récords, ven todo lo que hace, pero no les gusta su música, no se emocionan con sus canciones. ¿Y qué celebran entonces? Lo que celebran es la persona. Son como un club de fans de la persona. Son los artistas que trabajan en su imagen política, trabajan para caer bien. En definitiva, este siglo nos regala a escritores que odian escribir, y a cantantes que odian cantar, con fans que odian sus libros y sus canciones.
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Joseph Roth era alcohólico, caótico; Stefan Zweig era metódico, riguroso, a lo Thomas Mann. Pero era Roth el que le corregía el exceso en el estilo a Zweig. Y era Zweig el que intentaba frenar el alcoholismo de Roth para evitar que se matara. Pero fue Zweig el que se mató.
(mayo 2021 – junio 2023)

Y en lo que respecta a esas dos memorias, para mí esenciales, que son las fuentes que nutren la obra de Imre, puede que la involuntaria tenga que ver con eso que llamas su vitalidad, pero esta viene sobre todo de su opción por la literatura, por la creatividad, por el arte, por la ficción. A través de ella se adentra también en lo más oscuro. ¿Viene la vitalidad, la alegría, de lo más oscuro?


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