Un verano con Rimbaud, Sylvain Tesson

 





Prólogo. El azimut y el meandro

Rimbaud no alcanza nunca su meta porque siempre la está cruzando. Su vida no es un viejo río que socava lentamente la montaña. Rimbaud, azimut brutal hacia la eternidad.
El canto de la aurora
El barco-madre
A veces le fallas a tu madre. La temes, está lejos. Pero está ahí. Puede que sea esa la definición de una madre. La madre es tu centro aunque vivas en el borde.
La familia es un sistema
Se le pueden reprochar sus propagandas a Isabelle la católica. Pero el caso es que —interesada o no— estuvo allí, en la hora postrera, en el hospital de Marsella, velando a Rimbaud como una hermana de la caridad, vendándole, lavándolo, bañándolo y recogiendo estas últimas palabras de su hermano, escupidas al cielo por un moribundo furioso: «¡ Yo iré bajo la tierra y tú caminarás al sol!».
...
Louis-Ferdinand Céline le dedicó una frase a Rimbaud en Muerte a crédito cuarenta y cinco años después de su muerte: «Es nacer lo que no habría hecho falta».
Y, sin embargo, aquí había algo… 
El poeta portugués Fernando Pessoa, muerto en 1935, es un buen ejemplo de esta extraña cohabitación de un alma superior con una existencia vulgar. Me gustan estos seres dobles. ¡Procuran pasar inadvertidos mientras incuban en su corazón rescoldos insospechados! Son lo contrario de esos juglares estrepitosos que tienen por cámara de eco su vacío interior. Pessoa se pasó la vida en empleos subalternos y ocultando que, al mismo tiempo, con otros nombres, creaba una obra laberíntica guardándose para sus adentros la certidumbre de sí mismo

La recuperación política
«Todo lo que le reclamo al mundo es un buen clima y un trabajo conveniente», escribe a su familia en septiembre de 1881. ¡Pues sí, camaradas de la vanguardia! Junto al Rimbaud «absolutamente moderno» está el Rimbaud de África, que aspira a una existencia apacible. «Lamento no haberme casado y no tener una familia» (mayo de 1883). Él, la cabeza que buscaba «todas las formas de amor, de sufrimiento, de locura», les escribe a los suyos en mayo de 1881: «Ojalá podamos disfrutar por fin de varios años de verdadero descanso en esta vida». Después de haber echado un pulso al sol, el más eléctrico de los corazones franceses aspira a la mesura.
El canto del verbo
El oro y el cieno
El fragmento 51 de Heráclito es el lugar de la fórmula de Rimbaud. Dice el filósofo de Éfeso: «Ellos no entienden cómo lo diferente concuerda consigo mismo; armonía de tensiones opuestas, como las del arco y la lira».
...
En la vida habrá depravaciones, gamberradas, vagabundeos y la deshonra de los amores escandalosos. Estamos ciento cincuenta años atrás, en un mundo donde la homosexualidad es transgresora y está realmente condenada. Me haré cortes por todo el cuerpo, me tatuaré, quiero volverme horroroso como un mongol: ya verás, gritaré por las calles. (« Delirios I», Una temporada en el infierno).

El saqueo de sí mismo 
En un verso de la Temporada confiesa esta inversión del orden moral: El desorden de mi espíritu acabó por parecerme sagrado. ¿Qué pensaría Arthur-el-turbio de estos años 2020 y 2021, cuando la humanidad ha aceptado esta norma global dictada por sus amos: «Cuídate»? ¿Qué puede producir el espíritu humano después de estos regaños estatales: «Sé prudente»? ¿Una temporada de agua tibia, quizá? Él, el gran quemado del jardín de Ardenas que aspira a ser «horroroso como un mongol», ¿qué habría replicado a estas súplicas? Muchas veces, con mis compañeros alpinistas, sometidos a todas las dificultades (relativas) y privaciones (leves) de las carreras de montaña, en noches heladoras o de marcha bajo la luna, nos consolamos recordando que Rimbaud aceptó todos los sufrimientos para no tener que negociar nunca con la renuncia y su servidora más siniestra: la prudencia.
La reparación
«Una vez en movimiento, todo se arregla», decía la exploradora Alexandra David-Néel. «Actuar es conocer el reposo », ponderaba Fernando Pessoa. Y Rimbaud concluía este florilegio del manifiesto de la acción en una carta de mayo de 1881 dirigida desde Harar a los suyos: «Voy a comprar un caballo y marcharme». Un poco después, en la misma carta: «… para ir a traficar en lo desconocido».
El canto de los caminos
Marcha y sueño
Andar por el bosque es la ceremonia iniciática del niño y la purificación del hombre. El viento barre las sombras de una mente «de inmundicias plagada», como decía Arthur al pintar su retrato. ¡Cuántos kilómetros no habrá recorrido, cortando los meandros del Mosa, a través de la maleza espesa! ¡Ah! Esa vida de mi infancia, el camino ancho en cualquier tiempo.
Los caminos de la infancia
El niño se va, se hace un hombre. Camina, es su identidad. «Soy un peatón, nada más», le escribe Arthur a Demeny, que no entiende nada, en 1871. Primera fuga, el 29 de agosto de 1870. Llega a Charleroi, luego a París, a pie, en tren. Acaba en la cárcel. El delito de vagancia es su mejor premio literario.
Geografía de la renuncia
Un artista es genio y figura. El nuestro acaba transformando su resignación en proyecto de vida. En forma de lamento expone las líneas maestras de una filosofía de la renuncia.
Hay que intentar vivir
Tú elegiste ir deprisa. Fuiste estrella fugaz. ¡No tenías que haber renunciado tan alegremente a tu única mañana de primavera! Y ahora vas a morir, y le escribes a tu hermana: «¡ Yo iré bajo la tierra y tú caminarás al sol!» (4 de octubre de 1891, carta de Isabelle a su madre). El infierno, Arthur, es dejar que pase tu temporada. Las iluminaciones es cuando lo has entendido. «Demasiado tarde», dice la vida sonriendo.




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