Los suicidas del fin del mundo, Leila Guerriero


1 El fin

De a poco, con más ímpetu desde 1993, la crisis hizo furor en la ciudad. En 1995 el desempleo trepó al 20 % y 7000 personas se fueron de Las Heras. Quedaron los que estaban cuando fui. No todos, pero sí muchos, eran los solos y los dolientes, los rotos en pedazos. De algunos—no de todos— habla esta historia.

2 Rumores de secta

—Yo quería ser alguien—decía Julieta—. Iba a ir a estudiar Radiología a Río Gallegos, y Mónica me iba a ir a visitar en las vacaciones. Ya teníamos todo planeado. Muchos me decían que ella era una chica rara. Para mí no era rara pero éramos muy distintas. A ella le gustaba el rock pesado, y yo escuchaba música lenta. Pero ella era del rock, del rock. Y era una excelente dibujante. Dibujaba las paredes de su cuarto, brujas, hombres encapuchado. Era su gusto, no había en ella maldad. Era hermosa, muy hermosa mujer. Tenía el pelo largo, uñas inmensas, largas, pintadas de negro, se peinaba con raya al medio, se maquillaba bien pálida. Hablábamos tanto. Yo siempre le decía que cuando fuera grande quería ser psicóloga.—¿ Y por qué ibas a estudiar Radiología, entonces?—Porque era una carrera corta que te permitía ser alguien. Ser alguien era algo que querían ser muchos ahí en Las Heras. Ser alguien, decían. Como si ellos, así, no fueran nadie, nada.

5 Las cuñadas

—La hermana está todos los días con nosotros. En la mente. En el corazón. Pero mira, ya estás llorando, Pao.—No, ma, no te preocupes. Lloro por nada. ¿Vos sos escritora?—Algo así.—Ah. Yo quiero ser mecánica de autos. Y si no me da el cerebro, dijo Paola, voy a ser escritora.
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Carolina era prolija. Nunca salía a la calle sin estar bañada. Le gustaban las películas de terror y quería ser maestra. Trabajaba como empleada doméstica en algunas casas de Las Heras y, para limpiar, solía poner cumbias en la radio y allá iba, agitando su plumero. El 13 de mayo de 1998, a la mañana, bañó a su hijo, lo dispuso hermoso. Le dijo—o le pensó— hijo te quiero. Lo vistió, como todos los días lo vestía. Lo llevó al jardín, como todos los días lo llevaba. Lo dejó en la puerta. Nadie vio en eso nada raro pero ella ya sabía: había acariciado por última vez esas mejillas, sus ojos habían visto por última vez aquellos ojos. La muerte le goteaba de las manos. Sus dedos eran ya los de una muerta. Lo que vieron los demás fue lo de siempre: una madre joven besando a su bebé, diciendo chau, amor. Diciendo chau amor, hasta más tarde.

6 Vida de peluquería

Un mozo, con el que nunca había cruzado una palabra, se acercó en medio de la algarabía y los televisores, me dio el menú y me preguntó cómo me había ido con Pedro Beltrán y con Naty.—Bien—dije, y mientras leía ese menú que empezaba a saber de memoria me pregunté, con cierta ira, cómo era vivir en un lugar donde la vida del otro ocupa tanto tiempo. Donde el guión de los demás se come tanta parte del propio guion.
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—Acá, si no sos muy fuerte, si no tenés mucho empuje, se te van apagando las ilusiones. A veces, no te creas… yo creo que esa idea de quitarse la vida la ha tenido todo el mundo. Es que te cansa. Esto te cansa. Señaló la puerta. El viento pateaba para poder entrar.

11 Camino a casa

Porque sí, porque no había nada para hacer, porque estaban aburridos, porque no se llevaban bien con sus padres, porque no tenían padres o porque tenían demasiados, porque les pegaban, porque los hacían abortar, porque tomaban tanto alcohol y tantas drogas, porque les habían hecho un daño, porque salían de noche, porque robaban, porque salían con mujeres, porque salían con mujeres de la noche, porque tenían traumas de infancia, traumas de adolescencia, traumas de primera juventud, porque hubieran querido nacer en otro lado, porque no los dejaban ver al padre, porque la madre los había abandonado, porque hubieran preferido que la madre los hubiera abandonado, porque los habían violado, porque eran solteros, porque tenían amores pero desgraciados, porque habían dejado de ir a misa, porque eran católicos, satánicos, evangelistas, aficionados al dibujo, punks, sentimentales, raros, estudiosos, coquetos, vagos, petroleros, porque tenían problemas, porque no los tenían en absoluto.

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