Los conjurados, Jorge Luis Borges


La trama 
Las migraciones que el historiador, guiado por las 
azarosas reliquias de la cerámica y del 
bronce, trata de fijar en el mapa y que 
no comprendieron los pueblos que las ejecutaron. 
Las divinidades del alba que no han dejado ni un ídolo ni un símbolo. 
El surco del arado de Caín. 
El rocío en la hierba del Paraíso. 
Los hexagramas que un emperador descubrió en la caparazón de una de las tortugas sagradas. 
Las aguas que no saben que son el Ganges. 
El peso de una rosa en Persépolis. 
El peso de una rosa en Bengala. 
Los rostros que se puso una máscara que guarda una vitrina. 
El nombre de la espada de Hengist. 
El último sueño de Shakespeare. 
La pluma que trazó la curiosa línea: He met the Nightmare and her name he told. 
El primer espejo, el primer hexámetro. 
Las páginas que leyó un hombre gris y que le revelaron que podía ser don Quijote. 
Un ocaso cuyo rojo perdura en un vaso de Creta. 
Los juguetes de un niño que se llamaba Tiberio Graco. 
El anillo de oro de Polícrates que el Hado rechazó. 
No hay una sola de esas cosas perdidas que no proyecte ahora una larga sombra y que no determine lo que haces hoy o lo que harás mañana.
... 
Abramovicz
Cómo puede morir una mujer o un hombre o un niño, que han sido tantas primaveras y tantas hojas, tantos libros y tantos pájaros y tantas mañanas y noches.
... 
Sherlock Holmes 
Vive de un modo cómodo: en tercera persona.
... 
Posesión del ayer 
Sé que he perdido tantas cosas que no podría contarlas y que esas perdiciones, ahora, son lo que es mío. Sé que he perdido el amarillo y el negro y pienso en esos imposibles colores como no piensan los que ven. Mi padre ha muerto y está siempre a mi lado. Cuando quiero escandir versos de Swinburne, lo hago, me dicen, con su voz. Sólo el que ha muerto es nuestro, sólo es nuestro lo que perdimos. Ilión fue, pero Ilión perdura en el hexámetro que la plañe. Israel fue cuando era una antigua nostalgia. Todo poema, con el tiempo, es una elegía. Nuestras son las mujeres que nos dejaron, ya no sujetos a la víspera, que es zozobra, y a las alarmas y terrores de la esperanza. No hay otros paraísos que los paraísos perdidos.

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