La vida contada por un sapiens a un neandertal, Juan José Millás, Juan Luis Arsuaga


—Ahí lo tienes—continuó él—. La fuerza fue sustituida por la política gracias a las piedras. Los chismes son nuestras piedras. Acaban con la reputación de alguien y lo inhabilitan para convertirse en jefe.—¿ Y el cotilleo?—El cotilleo es una forma de coerción que impide que alguien se desvíe de la norma. Es muy opresivo, sobre todo en las comunidades pequeñas. Mira cómo está la retama. La jara, en cambio, ya no.
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—Y ese era el gran problema contra el que se estrellaba Darwin—añade—. Un ojo, en apariencia, no se podía crear solo, por la mera reunión azarosa de sus partes. Tenía que haber una intención, un propósito, para que se creara un sistema de tal complejidad. Darwin creía en la evolución. Pensaba que las especies evolucionaban y se modificaban con el tiempo sin necesidad alguna del «relojero», pero no encontraba la manera de explicarlo, no daba con el mecanismo, no hallaba el porqué. En ciencia, si no tienes la explicación, es como si no tuvieras nada. Tú puedes observar que el sol sale por las mañanas y se pone por las noches, pero si no eres capaz de añadir el porqué, te quedas en la mera observación.
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—Pero si no hay alguien que lleve la contraria, nos quedamos siempre en el mismo sitio.—Pues sí, pero es jodido. El discrepante paga un precio. Galileo lo pagó. La disidencia tiene un precio. El instinto gregario es muy fuerte en la especie humana, Juanjo. Eso se aprecia muy bien en los niños, en los que todavía hay más biología que cultura. Todos quieren llevar las zapatillas deportivas de la misma marca. Temen la exclusión del grupo más que los adultos. ¿Cómo hemos llegado a este nivel de gregarismo?—Seleccionando a los más gregarios—me rendí.—Ahí lo tienes.
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Estamos hechos de la ropa de segunda mano que desecharon nuestros hermanos mayores.
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Eran igual de listos que nosotros, si no más. Y ahora viene lo mejor: eran coquetos. Nunca ha habido seres humanos más presumidos. Se pasaban el día pintándose, decorándose, embelleciéndose: colgantes, pulseras, garras, collares, tatuajes, plumas… Para mí, eso refleja un estado de ánimo, porque la gente deprimida se abandona. Se han encontrado en Rusia esqueletos que tenían una cantidad increíble de cuentas de marfil cosidas al traje. El traje no se ha conservado, pero las cuentas sí, y no te creerías las horas, cuando no los meses o años, que se necesitaban para fabricar tales adornos. Dedicaban muchísimo tiempo al aseo personal. Se veían guapos, se sentían guapos, sabían que eran guapos. Y fíjate lo que hacían cuando se ponían a dibujar.
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Anota esto: el invierno es la peor de las enfermedades.

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