Piscinas vacías, Laura Ferrero


El Serengueti
No te creas que siempre soy tan negativo. Supongo que fue al verte el otro día cuando me di cuenta de que en la vida pasan muchos trenes y que coger el primero por impaciencia, por no saber esperar, hace que lleguemos a las estaciones incorrectas. A las estaciones donde no te espera más que lo que no te esperabas de ti.
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Cuídate 
En mis clases cito siempre a Jorge Semprún. Él, que estuvo en Buchenwald de los veinte a los veintidós años, lidió con un mismo problema a lo largo de su vida: el problema de las palabras y las cosas. Su pregunta, que escondía un ruego agónico, tremendo, tenía que ver con qué hacía uno con el horror. ¿Qué podía hacer él con el olor de la carne quemada? ¿Cómo podía describirlo? Cualquier comparación era desafortunada, vulgar, una mera obscenidad. Cito a Semprún para justificar los silencios de la vida. Para justificarme, tal vez, frente a un auditorio desconocido.
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La tostadora 
Los peores ruidos son los que no se oyen, los que hacen que las cosas desaparezcan sin que sepamos muy bien por qué.
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Puentes
Las cosas que dejan de existir tienen que irse a algún otro lado. Migran, se transforman, quién sabe. Por eso busco algo de ti, lo que queda, en estas luces tercas que brillan para nosotros incluso después de que hayan muerto.


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