La nariz, Nikolái Gógol



El comisario era gran amante de todas las artes y los productos manufacturados, aunque por encima de todo prefería los billetes  banco. «Esto sí que es bueno —solía decir—. No hay nada mejor. No piden de comer, ocupan tan poco sitio que siempre caben en el bolsillo y si se caen, no se rompen».

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